Historia de vida
Emocionante: viene de una familia tradicional de carreros y festejó su título de profesora
Mayra Silva tiene 29 años y su abuela fue la primera cartonera de Río Cuarto. Gracias a la educación pública y con el apoyo de su entorno, pudo cambiar su destino.

Mayra Silva tiene 29 años y acaba de recibirse de profesora de Educación Primaria. La flamanete egresada es parte de una familia tradicional de carreros y su logro fue festejado por todo el barrio Avenida Argentina de Río Cuarto.
«Mi abuela, Carmen Leguizamón, la mamá de mi papá, fue la primera cartonera de Río Cuarto. Mi bisabuelo, Jesús Cuello, le prestaba las vagonetas y los caballos a la primera empresa de sepelio que hubo acá», relató Mayra en diálogo con La Voz.
Cuando era chica, cirujear era un juego para la joven. Se trepaba al carro de su mamá a las 5 de la mañana para recorrer todos los comercios que le guardaban cartones. «Cartoneaba, sacaba todo lo que servía para el reciclado y pasábamos también por las verdulerías, porque nos daban comida para los caballos», detalló.
A Mayra siempre le gustó estudiar y fue la abanderada del Ipem 28. Egresó del secundario con la idea de estudiar abogacía, pero a los 20 años quedó embarazada y dejó la universidad.
«Para muchas mujeres, la posibilidad de trabajo es sólo limpieza o cuidado de ancianos, que no es para desmerecer, porque todo trabajo es digno, pero no te permite sacar adelante una familia, porque los sueldos son muy bajos. Yo llegué a trabajar en un geriátrico y ahí me hizo un clic, pensé en no conformarme, en pretender cambiar mi destino», explicó.

La educación pública le permitió a Mayra cambiar la historia de su familia. La joven tenía una nena de 3 años y un bebé de 6 meses cuando se decidió a volver a estudiar. Se anotó en el Instituto Superior de Formación Docente Ramón Menéndez Pidal, de donde destacó «la empatía del cuerpo docente”, que hasta cuidaba a sus hijos mientras ella rendía.
«De más de 40 nietos de mi abuela, la primera cartonera de Río Cuarto, solo tres habíamos terminado el secundario, y hoy soy la primera en lograr un título. Siento que el sacrificio fue posible porque me enamoré de la carrera», contó la nueva docente.
Siguiendo con los logros familiares, su mamá relató que su hijo menor sigue sus pasos. «Ahora cerró quinto año con un promedio de 10 y quiere ser profesor de Educación Física», contó.
La «seño May» y sus hermanos ayudan a su madre en el comedor barrial que abrió durante la pandemia en su casa. «Yo veía que por el Covid no podían trabajar ni sacar arena del río para vender. Un día se me ocurrió hacer de comer para los abuelos del barrio y los chicos del semáforo. Empecé con un guiso y 12 viandas, y ahora hago 150 viandas, con donaciones de la gente y el municipio. Trabajamos nosotros nomás, y las entrego martes y viernes», contó.
Deolinda, la mamá, agregó: «Es hermoso lo que May ha logrado, un bien para ella, que no va a tener que estar limpiando pisos. Yo siempre la alenté, la banqué cuidando los chicos, estamos todos contentos, ella lo logró. De ocho hermanos, solo mi hermana egresó del secundario. Teníamos que trabajar, hemos pasado hambre, siempre había muchos dramas en la familia».
En tanto, varios integrantes de la familia siguen trabajando como recuperadores urbanos y viviendo en la zona. Sin embargo, han cambiado el carro tirado por caballos por motos de carga, llamadas «zootropos».
«Haber logrado el título es una alegría por mí, por el futuro de mis hijos y por el esfuerzo de mis viejos de inculcarnos el estudio. Me acuerdo de que cuando empecé el secundario, ellos tenían un terreno y lo tuvieron que vender para poder comprarme el uniforme y los útiles a mí y a mis tres hermanos. El título es una forma de agradecerles», destacó May.

Cuando se le pregunta cómo lo logró, la joven manifestó que lo principal fue trabajar duro y tener constancia, pero también remarcó como el apoyo de su familia y de sus compañeros. «Por ahí no daba más, pensaba en patear más adelante un final, y mis compañeras me decían: ‘Dale, hagamos el trabajo juntas’. En el Instituto nunca tuve problemas, nunca sufrí discriminación. Me ayudaron las seños del jardín de mi hija, Oso Meloso. Yo siento que el logro fue colectivo, y es un logro muy grande porque fue como torcer el camino al que estaba predestinada», concluyó.
«Es primordial una concientización para que no se caiga en la drogadicción. También afectan los embarazos de chicas muy jóvenes, falta más Educación Sexual Integral en las escuelas», opinó respecto a lo necesario para que más jóvenes puedan acceder a la educación superior.
Para estas Fiestas, la familia de Mayra está pidiendo colaboración para el comedor, para brindar un plato de comida y golosinas de regalo para los niños del barrio. Quienes deseen colaborar se puede contactar al Facebook Comedor Comunitario Deolinda o al teléfono 358 5098227.
Fuente: La Voz.
Foto: Tomy Fragueiro – La Voz.