Historia
A 110 años del hundimiento del Titanic: la historia del cordobés que murió en la tragedia
Edgar Andrew fue reconocido post mortem debido a que fue el único argentino que perdió la vida en la catástrofe. Curiosamente, había escrito una carta que anticipaba el destino del barco más lujoso del mundo.

A 110 años del hundimiento del Titanic, la historia de Edgar Andrew vuelve a ser recordada. Es que fue reconocido post mortem debido a que fue el único argentino que murió en la catástrofe, ocurrido en aguas del Océano Atlántico entre la noche del 14 de abril y la madrugada del 15 de abril de 1912 en su viaje inaugural.
Según informó La Voz, Andrew vivió en una estancia cerca de Río Cuarto, y su familia se radicó más tarde en Villa General Belgrano. En la localidad cordobesa, una sobrina-nieta relata las vivencias que le contaron sus antepasados, recordando cada paso de su tío-abuelo en los días previos al naufragio del por entonces barco más grande del mundo.

La historia cuenta que hacía apenas 10 días que Edgar Andrew había cumplido los 17 años cuando se embarcó en el lujoso transatlántico. El joven riocuartense era el séptimo hijo de Samuel Andrew, un inglés que trabajaba como mayordomo en la estancia modelo del exgobernador de la Provincia, Ambrosio Olmos.
En diálogo con Télam, Marianne Dick contó sobre Edgar: «Mi abuelita, Ethel, era su hermana, dos hermanos que se llevaban súper bien y se querían muchísimo». Y añadió: «Se levantaba de la siesta, nos contaba todas esas historias familiares, que hay muchas, y contaba con mucha tristeza del hermanito que había fallecido en el Titanic».
«Ella vivía en frente nuestro y siempre charlábamos. Como buena descendiente de ingleses era bastante parca, pero le sacábamos estas historias tan interesantes», recordó Dick sobre su abuela fallecida en 1990 a los 101 años.
El hermano de Marianne, Enrique Dick, era quien junto a ella escuchaban los relatos que contaba Ethel, y él es quien escribió el libro ‘Una valija del Titanic’, basado en la historia de Edwar Andrew.
La familia de Andrew era descendiente de ingleses, por lo que los ocho hermanos fueron enviados a Inglaterra a estudiar, ya que era una tradición familiar. Pero en su momento, Edgar no estaba de acuerdo con ir a Europa, ya que se sentía a gusto «trabajando en el campo».
Edgar vivió en Río Cuarto hasta 1911, cuando su madre Annie Robson decidió enviarlo a su Inglaterra natal, para que se forme en el Collegiate Schooll de Bournnemouth. El joven permaneció en Gran Bretaña hasta abril de 1912, cuando se embarcó rumbo a Estados Unidos. Le tocó el viaje inaugural del mítico Titanic.
Iba a asistir al casamiento de Silvano Alfredo Andrew, su hermano en Nueva York, quien aspiraba a que Edgar trabaje en la compañía familiar de su esposa, Harriet Fisher. Originalmente, Edgar no iba a viajar en el Titanic, sino en el Oceanic, pero como había huelga de carboneros en Inglaterra, y todo el carbón disponible se destinaba al viaje inaugural del barco más grande y lujoso jamás creado, debió cambiar el boleto, lo que determinó su destino fatal.
Es que una amiga suya, Josey Cowan, viajaría a Inglaterra con su familia y Edgar tenía pensado reunirse al menos unos días con ella. Pero la salida prematura del Titanic impidió ese encuentro, y el sentimiento de aquel adolescente por ella generó una particular «carta premonitoria» que le dejó antes de irse rumbo a Estados Unidos.
«Figúrese Josey que me embarco en el vapor más grande del mundo, pero no me encuentro nada de orgulloso, pues en estos momentos desearía que el Titanic estuviera sumergido en el fondo del océano», le escribió Edgar a su amiga, como anticipando lo que viviría unos días después.
«Yo demoré un poco en ver la película, la verdad que la primera vez me lloré todo, sobre todo porque nos da la impresión de que él se puede haber tirado al agua también», expresó Dick respecto al reconocido film.
Y agregó: «Siendo un chico que acababa de cumplir los 17 años, calculo que puede haber sido algo así. Fue muy fuerte de saber toda esta desgracia de tanta gente que perdió la vida porque el problema es que el agua estaba tan fría».
«Esta historia quedó mucho tiempo guardada, solamente la supo la familia, solo los cercanos, hasta que después el Titanic vuelve a cobrar importancia porque lo encuentran en 1985, luego sucede una expedición atrás de la otra y en el 2000, a bordo de un barco ruso, baja un norteamericano, David Concannon», relató su sobrina-nieta.
Y continuó: «Es un abogado y baja por un tema de un juicio, y en el fondo del mar encuentran una valija en perfecto estado, la sacan, se abre y caen un montón de cosas, que las vuelven a recoger, y cuando emergen todas esas cosas son llevadas a un instituto de conservación, nadie sabía de quién era ese contenido».
En el 2000 llega a Buenos Aires una exposición a la rural de Palermo, donde va el hermano y la prima de Marianne Dick, se ponen en contacto y ahí se enteran, ambas partes, de que el contenido de la valija era de Edgar.

«Es increíble cómo se conservó todo, hasta el papel, porque había una carta de la madre, había postales de Río Cuarto, toallas con su monograma que le había bordado mi abuela, zapatos, pantuflas, un sombrero, tintero, en total 51 objetos», recordó la sobrina-nieta del fallecido.
En el sur de Córdoba, una profesora de inglés hace un par de años contó a sus alumnos que por la zona había estado el único argentino fallecido en el Titanic. El interés de los estudiantes llevó a que se realice de manera virtual una entrevista junto a David Concannon, de la que también participó Marianne Dick.
La profesora de inglés, Analía Gozzarino, decidió investigar más del tema y fue así que surgió la elaboración de un museo virtual en la que se muestra todo lo referido a la vida de Edgar Andrew.
Cabe señalar que Violet Jessop es la otra argentina que estuvo a bordo del Titanic, aunque la bahianense tuvo mejor suerte. Era una de las 23 camareras y una de las 712 personas supervivientes que se salvaron embarcando en uno de los botes salvavidas.
Fuente: La Voz, Télam.
Fotos: La Voz, Museo Virtual Edgar Andrew.