Turismo

Impresionante: parte del pueblo inundado resurgió por la bajante de la laguna Mar Chiquita

La laguna registra un descenso histórico que generó otro atractivo para la temporada de Miramar. Las estructuras bajo el agua volvieron a hacerse visibles y permiten revivir la historia local.

La laguna Mar Chiquita, la quinta más grande del mundo entre las de aguas saladas, registra una bajante histórica que generó otro atractivo para la temporada de verano. Con el descenso del agua, las estructuras ocultas volvieron a hacerse visibles.

«Como historiadora no te digo que estoy feliz, pero no puedo describir en palabras las sensaciones que hoy tengo. Es ambiguo el sentimiento», reconoce Mariana Zapata, miembro del museo fotográfico «Dante Marchetti» de la Cooperativa Eléctrica y de Servicios Públicos de Miramar de Ansenuza.

Es que, dentro de lo malo que trae una sequía, para Miramar aparece otra faceta que genera asombro y también nostalgia.

«Durante mucho tiempo he leído y hasta escrito la historia, y vi reflejada en imágenes muchas cosas que hoy tengo la suerte de observar y de palpar. Tengo 48 años y no recuerdo una bajante así, nunca he caminado por lugares que estaban bajo el agua. Hace unos días lo hice hasta donde terminaba el asfalto de la rambla de los años ‘70; es como revivenciar nuestra historia», expresó Zapata en diálogo con La Voz, quien es profesora de Historia y prestadora de turismo alternativo.

Los habitantes de Miramar y turistas ahora pueden recorrer las ruinas de calle Belgrano (ancha, con un asfalto perfecto y veredas de lajas) donde existieron tres hitos icónicos de la localidad que «desapareció» en la década de 1970: el tanque de agua, la fuente del Centro Termal Municipal y el Anfiteatro de Nocheramas, con sus 120 bancos y mesas de cemento.

De acuerdo a lo que informó La Voz, desde el año pasado hasta ahora la laguna bajó 70 centímetros y ya lleva cuatro metros y medio desde 2017 a esta parte: casi 400 metros en extensión en la costa, unas cuatro cuadras de calle. Por esta razón, resurgió buena parte del pueblo que se inundó en 1977.

Cabe recordar que ese año la laguna avanzó sobre el pueblo sepultando bajo agua a más de cientos de casas, hoteles y comercios. Tras esa catástrofe, debió ser casi refundado varios metros más arriba.

La actual bajante es un atractivo, según reconoce Silvina Arrieta, secretaria de Turismo de Miramar de Ansenuza. «Esto es algo cíclico, ya lo sabemos. Se están realizando excursiones por el sector y se puede explicar perfectamente la parte turística, lo que eran las noches de Nocheramas, cerca del Hotel Viena, y las ruinas de la parroquia de la Virgen del Valle”, explicó.

La localidad cerró un mes de enero con el 97 por ciento de ocupación en sus plazas de alojamiento y de un 95 por ciento en la primera quincena de febrero.

Adrián Walker, el intendente de Miramar, manifiestó que esta situación les dio la posibilidad de recuperar la excostanera, quedando como una playa baja. «Es un nuevo color para esta temporada. Hay muchas personas que van rememorando y redescubriendo aquellos tiempos; hemos colocado unos muelles flotantes para poder caminar sobre el agua», señaló.

Los tesoros que ocultaba el agua

Zapata detalló que esta bajante permite ver estructuras históricas icónicas. Entre ellas menciona la calle Belgrano, donde en su recorrido se encuentran grandes bloques de cemento de defensa.

«En 1977 se hicieron estos bloques que llegaron a tener tres metros de altura y a pesar tres toneladas. Ante la desesperación de la gente y no ver que esos bloques no detenían el agua le empezaron a hacer filas de ladrillos pegados con cemento llegando a los cuatro metros. Estos bloques están, obviamente corridos por la laguna y hay uno que tiene escrito el año 1978, eso conmueve», narró la historiadora.

Asimismo, si se sigue por esa calle aparecen la terminal de ómnibus, la iglesia de la Virgen del Valle, un tanque de agua con una escalera donde se llenaba el camión regador, una fuente de agua que era del Centro Termal Municipal y los asientos y mesas de cemento del Nocheramas, un anfiteatro donde se realizaba un popular evento previo al inicio de la temporada de verano.

«Nocheramas era una manera de atraer a los turistas con artistas muy importantes y el pueblo estaba abocado a recibir toda la gente que venía, era una especie de Cosquín Rock en la actualidad», comparó Zapata y agregó que en la bajante del 2013 estas imágenes no se pudieron ver.

Y concluyó: «Estamos organizando visitas guiadas los fines de semana y es increíble cómo se suma gente de la región que fue parte de nuestra historia. Entonces pasamos por varios estados anímicos, desde el empatizar porque alguien te dice ‘estoy parado sobre el techo de mi casa’, hasta reírnos por anécdotas en locales nocturnos como la pista universal o las nocheramas que tanto llaman la atención. Pero sobre todo pasa eso de ponerse en el lugar del otro, empatizar con gente que la peleó y vuelve hoy a recorrer estos lugares y les resulta durísimo. Revivir esa historia».

El impacto de la bajante en la fauna

En la Municipalidad señalaron que esta bajante no tiene impacto sobre el turismo. Pero sí genera otros ecológicos e hídricos: la laguna pasó a tener 80 gramos de sal por litro de agua, con los que los peces mueren por saturación de oxígeno. En los años de mayor volumen de agua, baja la sal y pejerreyes y otras especies pueblan la laguna.

Sin embargo, Zapata resaltó: «Favorece al flamenco porque hay millones de artemias franciscanas (pequeño crustáceo) que es lo que consumen. Y un dato curioso es que la pileta del Hotel Marchetti, que estuvo mucho tiempo inundada, con la bajante quedó agua estancada de color fucsia por el óxido sílice (mineral natural) que es lo que les de ese color».

Fuente: La Voz.

Fotos: Mariana Zapata.