Historia
Increíble: un cordobés recupera la memoria fotográfica de Morteros de los últimos 60 años
La familia Mazzuca tenía una importante casa de fotografía que recolectó más de 300 mil negativos. Con la llegada de las aplicaciones, Javier logró crear un espacio que reconstruye el pasado de todo un pueblo.
Hace 60 años, en la localidad de Morteros había dos casas fotográficas. Una de ellas era Foto Mazzuca, fundada por el matrimonio de Clever José Mazzuca y Elba Virginia Porta. La pareja se encargaba de registrar todos los eventos importantes: visitas de personajes ilustres, fiestas sociales, actos escolares, cumpleaños, casamientos, bautismos, incluso accidentes y desastres naturales.
Con el auge de la fotografía digital estos negocios fueron perdiendo relevancia. Foto Mazzuca cerró, pero gracias al trabajo exhaustivo de Elba, quien se encargaba del archivo, se conservaron intactos entre 300.000 y 400.000 negativos que Javier, su hijo, rescató décadas después a modo de iniciativa personal, en lo que se terminó convirtiendo en un proyecto de gran relevancia histórica y social para la población.
«Hay que pensar que cuando mis padres comenzaron no había casi televisión, mucho menos redes sociales, la fotografía estaba en todos lados, y muchas cosas dependían de ella. Toda la documentación de eventos privados y de actividades sociales se hacía en el negocio. Los accidentes y fotografía de servicio también, y eso fue dando origen a un volumen de material increíble», contó Javier Mazzuca en diálogo con La Voz.
Y detalló: «Todo ese material fue pasando de mano en mano entre nosotros. Cuando falleció mi papá, quedó con mi hermano y cuando murió mi hermano, llegó a mí. Yo tenía todo eso, lo miraba, pero no sabía bien qué hacer, o qué destino darle».
«Hace un año y medio un amigo me cuenta de una aplicación que podía descargar y que poniendo los negativos sobre una caja de luz, los enfocás con el celular, aparece el positivo y podes ver la foto. En ese momento fue como decir ‘¡eureka!’ Pagué el costo de la aplicación y, con el tiempo, empecé a cotejar las anotaciones de los cuadernos de mi madre con el archivo, y fue adictivo», explicó.
Y continuó: «Mi primera inquietud fue clasificar. A las personas que conocía las separaba y cuando tenía muchas las empecé a agrupar por temas». La primera clasificación le llevó un buen tiempo, pero finalmente creó una cuenta en Instagram en honor a la casa fotográfica de su familia (@fotomazzuca) y la comunidad empezó a crecer.
«Cuando comencé tenía 20 seguidores, después 30, me llamó la atención cuando llegaron a 100, y a la semana había 500. Hoy tengo casi 1.500 y nunca hice publicidad. Me di cuenta de que se estaban pasando el dato de familiar en familiar porque aparecía gente que se había ido a vivir a otros lugares, agradeciéndome, y eso me fue motivando», contó Javier.
Respecto al proceso, manifestó: «Primero, publiqué fotos de conocidos y de amigos hasta que una vez puse una foto de los bomberos de Morteros y el hijo del presidente de ese momento hizo un posteo homenajeándolos, muy sentido, y explicando la historia. Eso hizo que hiciera un clic y me diera cuenta de que, evidentemente, todo esto iba por otro lado, y era más serio de lo que pensaba».
«Empecé a poner fotos para todos los gustos y ahí empezaron a pasar cosas inesperadas. Había usuarios que reconocían a las personas de las fotos, que yo no sabía quiénes eran, y me contaban historias de ese momento», comentó.
A través de su cuenta de Instagram, los morterences comenzaron a dialogar entre ellos de manera virtual y personalmente, y empezaron a reconstruir memorias y a encontrarse con imágenes de sus seres queridos que no sabían que existían. Javier, sin buscarlo, creó un espacio de reconstrucción y sustento de la memoria colectiva de todo un pueblo.
«A veces me da vergüenza hacerlo porque siento que me estoy llevando los laureles de otro, porque el trabajo es de ellos, pero, por otro lado, siento que a mí me toca esta última parte. Fue increíble la repercusión. La veo en los comentarios, en los likes, pero también en la calle. Voy al supermercado y la cajera me dice: ‘¿Y? ¿Qué vas a poner hoy?’, y la señora que está atrás me pregunta algo», explicó el creador de la cuenta, quien asegura que se tomó la tarea de seleccionar y compartir fotos como si fuera un trabajo.
Asimismo, aseguró: «Esto requiere de cierta responsabilidad, estoy horas mirando los negativos y me pongo horarios para publicar. Es un trabajo de jardín de infantes, como me dice mi señora, porque me lleva a lo lúdico, pero me siento un niño con juguete nuevo. Lo hago con pasión, y eso me ayudó a mí también. Creo que inconscientemente lo que quería con todo esto es mostrar el trabajo de mi papá y de mi hermano que quedó guardado e invisibilizado por años, pese a ser tan valioso estética y testimonialmente».
«Me sorprendió el valor de todo lo que tenía guardado. Esto nos permitió redescubrir y recordar una historia a través de reconocernos y reconocer a nuestros seres queridos en las fotos», apuntó Javier.
En cuanto a su experiencia personal, manifestó: «En mi caso, me encontré con una foto de mi padre, que murió cuando tenía 22 años. Tengo fotos de él, pero como suele pasar cuando no sos muy meticuloso y ordenado, muchas se perdieron o están guardadas. La imagen que descubrí de mi papá fue increíble, estaba en una concesionaria de autos durante el lanzamiento de un vehículo, que era un evento social importante en ese entonces. En la foto se ve el auto, pero en el centro de la escena está mi papá, fue emocionante verlo. Es una foto increíble que yo nunca tuve, y ni sabía que existía. Y esto que me pasó a mí, le pasó a muchos otros».
«Se genera un ida y vuelta muy interesante con los posteos. La gente comenta y cada dato que aporta a la imagen es como una semillita que ayuda a reconstruir la historia. Y además hay gente muy mayor, que no maneja las redes, y uno se encuentra enseñándole cómo tiene que hacer para acceder y responder, los motivás a que le pierdan el miedo a la tecnología y redescubran cosas a partir de ella», concluyó.
Javier finalizó: «Me da miedo pensar en qué pasará cuando esto se termine. Porque no es eterno. Lo mandaré al museo, no sé». Mientras tanto, este accionar que para él no deja de ser un homenaje a sus padres, revisita el pasado de una comunidad y ayuda a explicar su presente.
Fuente: La Voz.
Foto portada: Paula Gaido/La Voz.